Sean ustedes el jurado

¿Está Nayib Bukele en la primera etapa de una dictadura personalista?
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ofrece un discurso este martes durante la juramentación de 270 nuevos policías en San Salvador. EFE/Rodrigo Sura FOTO: EFE

Como si de una profecía se tratara, y no precisamente de las de Nostradamus, el analista político y columnista de CNN Geovanny Vicente Romero en su artículo publicado hace unos 4 meses en el Diario La Prensa (de NY) presentaba casos históricos en los que se justifican acontecimientos como el ocurrido el pasado domingo 9 en el Congreso salvadoreño y que pueden tener como consecuencia la disolución del Congreso o la suspensión presidencial en un fenómeno no convencional que el autor empezaba a notar en Latinoamérica, para otros, el primer paso hacia una dictadura.

En el artículo titulado: ‘’Cuando ‘resetear’ las reglas del juego en la democracia es una opción: La disolución del Congreso peruano’’, Vicente Romero presagiaba que: ‘’La suspensión presidencial de Vizcarra no es la primera y de seguro no será la última’’, con esto no me refiero que será el desenlace en este país Centroamericano, pero podría ser la mancha que marque la gestión del presidente Bukele.

En un artículo que escribí a raíz de la toma de posesión de Bukele expuse: “De él se espera mucho, ojalá y el cargo no le quede grande al momento de tomar decisiones de Estado, y confunda la realidad con el mundo virtual de las redes sociales”. Ya había escrito en un tuit que no es como se inicia, si no como se termina, esto haciendo referencia al buen valorado gobierno encabezado por Bukele en sus primeros meses como presidente de El Salvador, valoración que se mantiene.

No es el caso que actualmente ocurre en El Salvador donde se ha desatado una crisis constitucional con un Congreso midiendo fuerzas con el Poder Ejecutivo, la cual se originó hace alrededor de dos meses con el inicio de una discusión entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo, este último solicitó al legislativo la aprobación de un préstamo de 109 millones de dólares para continuar con la implementación del plan control territorial en su tercera fase.

Este plan de seguridad está orientado a continuar implementando mejoras en la seguridad pública y el combate a la delincuencia y su préstamo se encuentra en estudio por los diputados de la Asamblea Legislativa sin que se obtenga la aprobación solicitada. Esta crisis llega a niveles elevados luego de que el domingo 9 el presidente Nayib Bukele ingresara al Congreso rodeado de fuerzas militares y diera un ultimátum a los legisladores para que aprueben el polémico crédito.

El Ejecutivo está en toda su razón de pedir apoyo para la causa, el combate contra la delincuencia y mejoras en la seguridad pública, sin embargo, el mecanismo utilizado no es el más idóneo y tampoco la mejor manera de presionar a los diputados, ya que ello supone un riesgo para la institucionalidad y la Constitución del país.

En El Salvador existen tres poderes, que son autónomos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Según establece la Constitución salvadoreña en su artículo 86, el poder público proviene del pueblo y los órganos de gobierno sólo pueden ejercer poder dentro de lo que les compete. De manera que, sus atribuciones no pueden delegarse, pero sí pueden ayudarse entre sí en protección de la población.
En cuanto a los pasados acontecimientos, muchos medios nacionales e internacionales lo han catalogado como un intento de golpe de Estado. Aunque hay simpatizantes de Bukele que apoyan su lucha de combate a las pandillas, dentro y fuera de El Salvador se criticó la presión ejercida a uno de los poderes del Estado y la vulneración a la institucionalidad salvadoreña y al orden Constitucional.

En ese contexto el Presidente Bukele dijo que constitucionalmente es derecho de la población tener una insurrección de ser necesario para exigir la aprobación de dicho préstamo. Este pronunciamiento amparado en uno de los artículos de la Constitución.

En entrevista concedida a Doble W Radio de Colombia el vicepresidente salvadoreño Félix Ulloa comenta los acontecimientos, durante su intervención haciendo un recuento histórico de la vida democrática de El Salvador y, sobre todo, aclarando de manera objetiva, cuál es la posición del gobierno y que esto nunca se ha tratado de usurpación de poder.

En su intervención se refiere a la Guerra civil que por más de una década vivió El Salvador, el periodo post guerra, tres décadas de gobiernos bipartidistas, sin alternancia en el poder, y de cómo todo este panorama ha variado con la llegada de Bukele, una nueva etapa, un liderazgo y nueva visión para el país.

El vicepresidente Ulloa, sin proponérselo coincide con lo planteado por Vicente Romero en el artículo que he citado cuando hace referencia al episodio en España y el tiempo que duró este país sin presidente en 2018, debido a la crisis política surgida cuando el Parlamento acordó el cese del gobierno, y el Congreso de los Diputados cesó el segundo término de Mariano Rajoy.

Igualmente, comenta sobre las relaciones que habían prevalecido entre el Legislativo y el Congreso y las define como una relación corrupta, donde existía el hombre obscuro, el cual tenía como función pagar a los legisladores para aprobar los proyectos, algo que ha quedado en el pasado en la presente gestión y que desde mi propia experiencia, en República Dominicana conocemos esta figura corrupta y corrompedora como “el hombre del maletín”.

Es interesante cómo Ulloa, con bastante objetividad, destaca que el país está en un proceso de consolidación democrática, y hasta cierto punto justifica lo expresado por Bukele, cuando llama al pueblo a la insurrección, por estar contenido en la Constitución en el artículo 87, aunque no queda bien claro la prevalencia del Estado de derecho y que nadie está por encima de las instituciones y por mucha vehemencia y voluntad que haya de querer hacer, si hay una medida constitucional, judicial, hasta ahí se llega, dando garantía al pueblo y a la comunidad internacional de un gobernante que respeta el Estado de derecho. Pienso que este es un aspecto que hay que destacarle al presidente Bukele pues de inmediato reconoció la opinión del Poder Judicial.

Quizás Bukele está viviendo lo que el mismo Vicente Romero señalaba en otro artículo para CNN cuando se preguntaba, “pero, ¿qué pasa cuando la oposición política es irracionalmente exagerada? Igual que las dictaduras, entorpece el correcto funcionamiento de las instituciones y compromete la gobernabilidad porque ya no se ejerce oposición para mejorar cosas, en su “House of Cards” se oponen por oponerse a todo lo que se mueve en el aire….América latina necesita más oposición política, más voces sonando y más piernas movilizándose. Esta oposición debe ser racional, con sentido y bien intencionada”.

De forma clara, el vicepresidente Ulloa expresa que a Bukele no lo considera un autócrata o dictador que no respete el orden constitucional, y que, de ser así, lo denunciaría y renunciaría a su cargo. Ulloa por su formación como jurista y la posición política que desempeña, se encuentra en una gran disyuntiva. En relación a lo manifestado por el presidente cuando citó el artículo 87 de la Constitución dijo que; cuando se pierde el orden constitucional o cuando este se ha roto, el pueblo tiene derecho a la insurrección. Sobre el pronunciamiento por parte de Bukele, este solo fue una advertencia del presidente, en ese sentido.

Igualmente, Ulloa dice que El Salvador se encuentra en un ejercicio democrático donde se está comprobando los pesos y contrapesos que deben funcionar en un Estado de derecho y en una República donde la independencia y la separación de poderes es la esencia de la República democrática.

Ve esta crisis política como una oportunidad histórica de reflexionar, de hacer una pausa a menos de un año de la llegada del nuevo gobierno que vino a romper con 30 años del bipartidismo, crisis a la cual no se debió llegar de haber prevalecido el peso y contrapeso y el balance de poder. La intención del Ejecutivo nunca ha sido otra que lograr la aprobación del préstamo para continuar con la implementación de la fase III del Plan de Control Territorial.

Finalmente, Ulloa plantea que todo lo ocurrido es un ejercicio democrático en el cual la incipiente democracia salvadoreña debe demostrar que ha avanzado en la consolidación de las instituciones y salir fortalecido de la crisis y aprender de los errores para avanzar en la calidad de la democracia.

Como plantea Vicente Romero: ‘’En los sistemas parlamentarios y en algunos casos en los sistemas semipresidenciales, la disolución del congreso es la suspensión de la legislatura y en la mayoría de las ocasiones, la convocatoria a nuevas elecciones. Este proceso que constituye un reinicio de las reglas del juego no es bueno ni malo, puede propiciar dictadores o puede ayudar a encauzar la democracia, todo dependiendo del contexto histórico-político, por lo cual no puede ser satanizado, tampoco podemos ser muy optimistas con este escenario’’.

Con la acción llevada a cabo y la forma autoritaria en que irrumpió en la casa del Poder Legislativo, ¿Está Nayib Bukele en la primera etapa de una dictadura personalista? Sean ustedes el jurado.

Eridania Bidó Fernández es cofundadora y Vicepresidenta Ejecutiva del Centro de Políticas Públicas, Desarrollo y Liderazgo RD (CPDL-RD). Tiene una Máster en Alta Gerencia Pública, es Especialista en Función Pública y Gestión de la Calidad, Redactora para Política Comunicada, y tiene más de 10 años de trayectoria profesional a nivel público. Bidó es también una Observadora electoral internacional para Latinoamerica. Twitter @EridaniaBidoF

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