El corazón de un país entero se llenó de júbilo por estos días con el triunfo del ciclista Egan Bernal en el Tour de Francia, no solamente la más importante de las competencias ciclísticas por etapas, sino además, de lejos, la más exigente de todas. A lo largo de 21 días, ciclistas de una amplia gama de procedencias recorren las carreteras francesas, pedaleando en condiciones de varios tipos, desde las planicies hasta las más empinadas montañas alpinas, haciendo gala de unas capacidades físicas verdaderamente titánicas.
Aunque es la primera vez que un pedalista colombiano llega con los laureles al centro de París, recorre la avenida de los Campos Elíseos y da la vuelta al Arco del Triunfo, vistiendo la camiseta amarilla del líder de la carrera, ya en el pasado otros compatriotas de Bernal habían escrito páginas heroicas en la Vuelta a Francia, como lo hicieron también en otras pruebas de similar renombre en carreteras europeas, el Giro de Italia, el Dauphiné Liberé y la Vuelta a España. Lucho Herrera, Nairo Quintana, Fabio Parra y otros, tan o más importantes, nos pusieron a vibrar escuchando en la radio la enorme magnitud de sus hazañas.
Pero hay diferencias entre esos tiempos y los actuales, siempre las hay, y es que en una época el país entero se volcaba a apoyar a nuestros ciclistas, los internacionalmente famosos escarabajos, en las más importantes pruebas europeas. Había equipos de pedalistas colombianos, dirigidos por técnicos colombianos y patrocinados por empresas colombianas. Recuerdo entre las nieblas de la memoria los equipos del Café de Colombia y de la Manzana Postobón, el de las Pilas Varta y otros, que cruzaban las metas y se coronaban en los premios de montaña luciendo orgullosos las camisetas de sus patrocinadores, mientras que sus hinchas en Colombia escuchábamos, también orgullosos, la envergadura inconmensurable de sus logros.
Donde triunfaban los ciclistas, nuestros narradores y comentaristas también daban lecciones de profesionalismo radial. Acostumbrados a cubrir las etapas de tantas Vueltas a Colombia en Bicicleta, apoyándose en equipos de repetidores de ondas radiales emplazados estratégicamente en las montañas de nuestra escarpada geografía, en Europa fue necesario desarrollar una tecnología distinta y especialmente novedosa. Una avioneta alquilada y debidamente equipada, sobrevolaba el recorrido recibiendo las transmisiones de los transmóviles y las motocicletas que iban con la caravana, y retransmitiéndolas de inmediato a un centro de recepción en Paris, que las enviaba por satélite a Bogotá.
Así escuchamos, kilómetro a kilómetro, el ejemplar desempeño de nuestros deportistas, como si estuvieran pedaleando a la vuelta de la esquina. Lamentablemente, esos tiempos quedaron atrás y hoy a nuestros ciclistas les toca militar en equipos extranjeros, cuando les dan las oportunidades que anhelan y merecen. Quiera Dios que el triunfo de Egan Bernal en el Tour de Francia vuelva a despertar el entusiasmo de dirigentes deportivos y patrocinadores y que las instancias gubernamentales que deberían promover el deporte vuelvan a fijar sus ojos en la modalidad atlética que más satisfacciones nos ha dado en nuestros 200 años de historia.

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